Atrapados en la autoexigencia

30 de Mayo de 2014 a las 00:00

 

 

La connotación cultural y popular que tiene el concepto de autoexigencia, no se suele corresponder al que tenemos los profesionales de la salud que trabajamos para mejorar aspectos de la personalidad que se expresan a través de la conducta y que son muchas veces limitantes para las personas.

Se suele dar a la autoexigencia un sentido positivo en tanto que se asocia al esfuerzo, a la voluntad, a la constancia y a la persistencia en conquistar algo que nos proponemos. Pero este sentido que se le da y que recoge aspectos importantes y positivos del concepto, omite los factores más perjudiciales que hacen de la autoexigencia un patrón de comportamiento poco saludable que se manifiesta partiendo del sufrimiento generado por una baja autoestima, que genera estrés y que acaba desembocando en problemas de salud.

 

CONOCER LOS PROPIOS LIMITES

 

Muchas veces queremos hacer las cosas bien y nos esforzamos para que así sea, y eso está bien porque es la manera de tener proyectos y evolucionar. El problema lo tenemos cuando por los motivos que sea, queremos ir más lejos de nuestras posibilidades reales y alcanzar metas inaccesibles más allá de la lógica, aunque quizás otros lo hayan conseguido. Quizás os preguntaréis dónde está la frontera entre lo que nos gustaría y lo que podemos hacer.


En primer lugar debemos tener en cuenta nuestros conocimientos y capacidades respecto a lo que queremos conseguir, pero también nuestras fuerzas: capacidad de trabajo, de gestión, facilidad para delegar, y nuestros recursos psíquicos y físicos en función de lo que queremos emprender.

La línea que separa lo que podemos abarcar y lo que no, no es rígida ni inamovible, de lo contrario no podríamos avanzar, pero a veces nosotros mismos la convertimos en una barrera si nos proponemos algo inaccesible. ¿Cómo podemos localizar esta frontera? De hecho es una zona intermedia llena de oportunidades potenciales que está situada entre nuestros deseos y nuestra realidad. El secreto está en explorar e identificar nuestras posibilidades reales ante un reto, y esto requiere un mínimo de autoconocimiento que nos servirá para medir sin miedo, cuáles son nuestros límites reales, ya que si no lo hacemos, los podemos convertir en limitaciones y esto nos impedirá avanzar y construir.

Lo importante no es conseguir el máximo, sino lo mejor posible dentro de nuestras posibilidades reales.


RASGOS DE LA PERSONALIDAD AUTOEXIGENTE


Baja autoestima
perfeccionismo
Desconocimiento de los propios límites
Necesidad de reconocimiento
Necesidad de control
inseguridad
Distorsión de la autoimagen
Dificultad en la toma de decisiones
Dificultad en tolerar los cambios
Excesiva previsión y planificación
Falta de tolerancia a la frustración
Sentimiento de culpa
Miedo al fracaso
Miedo al descontrol
Falta de empatía
insatisfacción crónica
Problemas de relación con los demás
Dificultad para delegar

 

COMO ACTUA UNA PERSONA AUTOEXIGENTE

BAJA AUTOESTIMA

La autoexigencia genera bastante sufrimiento, ya que la persona autoexigente está siempre luchando con un imponderable que es el límite del dominio sobre sí mismo. Confunde lo inaccesible con lo accesible, convierte sus retos en obligaciones y acaba siendo un esclavo de ella misma ya que no conoce sus propios límites. Y no los conoce porque parte de una baja autoestima que intenta aumentar a toda costa pero de una manera errónea, demostrándose y demostrando que puede con todo lo que se propone, labor abocada al fracaso ya que parte de una idea ilusoria que no ha contrastado con la realidad. Recuerdemos el cuento de la lechera.

Su autoimagen está distorsionada y se mueve en dos direcciones que parecen contradictorias pero que funcionan como complementarias: una que parte de su baja autoestima y que le lleva a la voluntad de ser "el mejor" en lo que se propone, a demostrarse que puede con todo lo que emprende y que va más allá que las demás personas, lo que tiene como objetivo la valoración de sí mismo. Y la otra, parte de una autoimagen idealizada que utiliza como prototipo de cómo le gustaría ser, pero que lo aleja de sí mismo y que va ligada a la necesidad y búsqueda de reconocimiento.



AMBITO LABORAL

La persona autoexigente no acepta la idea de que no puede con muchas de las cosas que se ha propuesto ya que aceptarlo implica asumir que para él también hay límites,  como para todos, y conocerlos la enfrentaría con su techo. En lugar de ello se instala en una falsa ilusión que confunde con realidad.

Mediante el perfeccionismo intenta controlar sus actos imponiéndose una autodisciplina férrea de la que se siente muy responsable, culpándose si no la cumple; tarea difícil ya que está sujeto a la previsión y planificación de todo lo que hace, lo que ejecuta con una minuciosidad más allá de lo razonable.

Su actitud perfeccionista, sinónimo de control, rige sus propósitos y sus actos, que revisa reiteradamente, lo que le hace perder mucho tiempo y eficacia. Esta inseguridad ante los posibles errores, le dificulta tomar decisiones, tolerar los cambios y disminuir la capacidad de experimentar ya que no sabe cómo manejar el miedo a la incertidumbre. Para neutralizar este miedo utiliza como "prevención" una serie de mecanismos de control desmesurados de los que es esclavo, y que dirigen y bloquean su vida profesional y personal.

Hay una dificultad muy importante de autoaceptación, se valora por lo que hace y no por lo que es, y está convencido de que las demás personas piensan lo mismo que él, supuesto que le produce un gran malestar y le empuja a seguir esforzándose sin tregua.

Le cuesta delegar, porque al no confiar en sí misma, tampoco confía en que los demás hagan bien el trabajo si no la puede controlar, y esto le pone en una situación de sobrecarga laboral que le provoca un estrés que no puede manejar adecuadamente, y a donde llega a través de sentimientos de frustración e impotencia.

Se juzga continuamente, lo que alimenta su inseguridad y su necesidad de control hacia las cosas que hace para comprobar si están bien hechas. Esta secuencia de comportamiento le hace entrar en un bucle obsesivo que desencadena el estrés y desarrolla síntomas psíquicos y físicos poniendo en peligro su salud.

 

AMBITO DE LAS RELACIONES

Las relaciones se ven afectadas, tanto las de amistad, como la de pareja y la de los hijos ya que este control excesivo que actúa como "una medida preventiva" ante el miedo al descontrol, interfiere en sus emociones, que no encuentran lugar en su mundo interno para ser sentidas y expresadas. De hecho, la relación que queda más desajustada es la que tiene consigo mismo, ya que nunca está suficientemente satisfecho con lo que hace.

La necesidad de ser valorado y de no decepcionar a los demás lo lleva a "no saber decir que no" cuando le piden algo; esto lo hace comprometerse en cosas a las que no puede llegar por falta de tiempo y de fuerzas, pero que ilusoriamente imagina que si. El resultado es justamente el contrario de lo que pretende, ya que acaba decepcionando a quienes habían puesto expectativas en él y para quien finalmente termina no siendo creíble.

La capacidad de empatía suele estar mermada, ya que conlleva ponerse en el lugar del otro e intentar sentir o pensar lo que el otro siente y piensa, pero en este caso, al estar las emociones parcialmente bloqueadas, el feed- back relacional está desactivado y la comunicación se establece desde la vertiente más racional.


AMBITO DE LA SALUD

 

La falta de tolerancia a la frustración ante la idea de equivocarse le impide tolerar el mínimo error, y la no aceptación de sí mismo retroalimenta una actitud perfeccionista y de revisión constante que termina siendo obsesiva y que lo remite a una insatisfacción que se cronifica con el paso del tiempo.

El estrés generado por la sobrecarga que se autoimpone tanto física como emocionalmente y que tiene como objetivo conseguir superarse continuamente sin permitirse demasiadas satisfacciones, lo llevan a una situación límite que compromete sus necesidades biológicas más básicas como las de descansar y dormir. Estas necesidades no son percibidas como algo importante, ya que la persona autoexigente no suele percibir las señales corporales que utiliza el cuerpo para avisarnos, de hecho es como si tuviera el termostato estropeado, y finalmente el cuerpo es tratado como algo que no necesita demasiado cuidado.

Todo ello compromete su salud, y si el estrés persiste y no encuentra la manera de gestionarlo acaba desarrollando síntomas que pueden abocar en enfermedades .

Síntomas psíquicos :

- Ansiedad
- Ataques de pánico
- fobias
- Depresión
- Angustia
- Agotamiento mental

Síntomas físicos :

- Contracturas
- Fibromialgia
- Migrañas
- Trastornos gastrointestinales
- Problemas coronarios


QUE PODEMOS HACER SI SOMOS PERSONAS AUTOEXIGENTES


Empezar a trabajar para aumentar la autoestima


Aprender a poner límites para que la valoración de nosotros mismos no dependa de lo que hacemos por los demás ni de nuestro perfeccionismo.

Identificar los propios límites y contrastarlos con lo que queremos emprender, para partir de una base sólida y realista.

Identificar los ámbitos en los que somos autoexigentes para ver cuáles son nuestras inseguridades y puntos débiles y nuestros puntos fuertes.

Entrenarnos para aprender a tolerar y manejar la frustración.

No dar tanta importancia al resultado de lo que emprendemos sino al sentido que tiene para nosotros.

Aprender a delegar para evitar el estrés.

Aprender a identificar y expresar nuestras emociones para mejorar las relaciones con nosotros mismos y con los demás.

Intentar ponernos en el lugar de los demás para crear empatía.

Buscar tiempo de ocio para hacer cosas que nos gusten, y darnos satisfacciones.


Si a pesar de todo no encontramos mejoria, recomendamos pedir ayuda a un professional.