El miedo al cambio

17 de Mayo de 2014 a las 09:57

El miedo nos alerta ante situaciones de peligro real, y ello desarrolla nuestra capacidad de supervivencia que nos avisa del riesgo que corremos, pero cuando estos peligros son imaginarios, nos bloquea y deja de ser efectivo ya que en lugar de protegernos nos hace sufrir, nos pone en peligro y nos impide avanzar y evolucionar.
Cuando el miedo nos paraliza y lo queremos superar, el primer paso es identificarlo exactamente, el segundo es darle un sentido, y el tercero comprenderlo y aceptarlo. A partir de ahí obtendremos los recursos necesarios para interiorizarlo, hacerlo nuestro y convertirlo en un compañero que podemos conocer y con quien podemos pactar.

 

Nelson Mandela : "No es más valiente quien no tiene miedo, sino quien sabe conquistarlo".

 


Dos modelos de funcionamiento del miedo:

 


Miedo.........Precaución........Bloqueo.............Inmovilismo..............Paràlisis......................NO CAMBIO
Miedo.........Precaución......Curiosidad........Descubrimento..........Acción.........................CAMBIO


Los supervivientes de todas las especies, lo son porque han podido tolerar los cambios. El cambio es sinónimo de capacidad de adaptación ante la incertidumbre que conlleva la vida. No podemos detener los cambios ni tampoco la evolución natural de las cosas. Aprender a caminar con ellos nos puede facilitar la vida y darnos bienestar.

Cambiar implica dejar atrás cosas y situaciones buenas y menos buenas pertenecientes a otros momentos de la vida en los que habremos aprendido recursos que podremos utilizar más adelante. Pero también habremos aprendido el miedo, por lo tanto tendremos que entrenarnos a mirarlo de frente para entenderlo bien y darle un sentido. Esto nos ayudará a desmontarlo. El miedo se construye y se va montando en el transcurso de la vida, pero también lo podemos desmontar. Si queremos evolucionar más allá de los cambios físicos inevitables deberemos conocer de qué está hecho.

El conocimiento del miedo es un tipo de conocimiento como cualquier otro, en este caso, de tipo emocional. Hay tres factores principales por los que interiorizamos el miedo: el que está vinculado al instinto de supervivencia, el que proviene de nuestra personalidad que puede incluir vivencias de miedo de las que guardamos un recuerdo que se nos instala ante situaciones similares, y la interiorización de un mensaje cultural que está vigente en nuestro interior respecto a lo que se supone que "tiene que dar miedo y lo que no". Por lo tanto no tenemos miedo de una cosa o situación, sino de lo que representa para nosotros, y siempre está relacionada con algo que nos puede hacer daño o perjudicar.

 

Nuestra cultura suele alimentar ese miedo a cambiar y a emprender. Es un mensaje social que tenemos muy interiorizado. La mayoría de miedos no son innatos, sino aprendidos de patrones de conducta de nuestro entorno, es un miedo simbólico y para entenderlo hay que saber interpretarlo.

Cuando nos dejamos "convencer " por quien alimenta nuestro miedo, le damos poder sobre nosotros y la posibilidad de que nos ofrezca una " falsa seguridad" para protegernos. Me comentaba un conocido que al quedarse viudo, algunas compañías de servicios funerarios no paraban de ofertarle seguros para su entierro, argumentando que pensara en sus familiares para que no tuvieran que pagar unos gastos demasiado grandes el día que él muriera. Este hecho hace muy evidente, no sólo la falta de sensibilidad, sino también la utilización del sentimiento de culpa para conseguir el seguro. En este caso el miedo a no ser previsor y generoso con los suyos, junto a la vulnerabilidad de una persona que acaba de perder a su mujer, era el golpe de gracia para hacer negocio.

El mensaje cultural que sostiene el miedo al cambio está relacionado sobre todo con la idea de la falta de seguridad. La falta de seguridad nos da miedo y por eso hay seguros para todo, invertimos mucho en seguridad pero muy poco en la posibilidad de cambiar y perder el miedo. Para cambiar cosas que queremos en nuestra vida primero tenemos que cambiar nosotros, y para cambiar nosotros debemos plantearnos si queremos averiguar qué nos da miedo respecto a los cambios y por lo tanto qué nos impide avanzar. Podemos renunciar a saberlo e instalarnos en nuestra zona de seguridad, pero entonces no progresaremos.

La percepción que tenemos de nosotros, de los demás, del mundo y de la vida, conforman una perspectiva que nos hará más o menos fácil los momentos de cambio.
Querer cambiar implica sentir curiosidad por descubrir cosas que no sabemos, y quererlas aprender.

Las diferentes etapas de la vida son inevitables ya que no somos eternos: nacemos, vivimos y morimos, y el camino que hacemos implica cambios que conllevan emociones de todo tipo. En circunstancias no extremas nuestro bienestar depende en gran parte de nosotros, pero solemos pensar que proviene de factores externos, es por esta razón que, como decíamos, " invertimos mucho en seguridad" y poco en cambios, pagamos para no tener miedo, pero no para superarlo.

Cada nueva etapa es una oportunidad para el cambio. A veces lo percibimos como un gran obstáculo porque determinados cambios conllevan muchas pérdidas de cosas que nos daban seguridad y eso nos produce sufrimiento y nos instala el miedo en el cuerpo.


RESISTENCIA AL CAMBIO


El miedo nos encalla en el presente porque estamos demasiado centrados en los miedos del pasado o en los del futuro, ésto nos hace vivir en un tiempo no real porque nos impide sentirnos e instalarnos cómodamente en el presente. Tenemos demasiadas interferencias, demasiadas cosas en la cabeza que nos molestan, que no son productivas y no nos ayudan a disfrutar y a emprender cambios para avanzar.
Los obstáculos que interfieren ante un cambio son de diferente tipo, la mayoría de veces imaginarios. No siempre somos conscientes de los miedos que tenemos a los cambios. Tomar conciencia de ello es lo primero que tenemos que hacer.

 


LOS MIEDOS ANTE LOS CAMBIOS


¿A qué tenemos miedo ante los cambios?


- A las pérdidas de las cosas que dejamos atrás y a las que nos habíamos aferrado porque nos daban sensación de seguridad.

- A enfrentar lo que desconocemos.

- A no saber cómo manejar las situaciones nuevas.

- A no tener los recursos suficientes para salir adelante.

- A equivocarnos y fracasar.

-A tener éxito y a sentir placer, aunque parezca contradictorio...... perderíamos el control ante las situaciones desconocidas.

- A darnos cuenta de que tenemos un techo respecto a nuestros recursos y conocer cuál es..... perderíamos nuestra autoimagen.

- A quedarnos sin recursos económicos....... perderíamos status, patrimonio, ganancias.

- A estar enfermos, a sufrir, a morir....... perderíamos la salud.


Hay muchos más miedos aparte de los descritos pero todos ellos tienen una naturaleza similar.
Si observáis, todos están relacionados con el miedo a perder algo importante que nos daba una supuesta seguridad.

Por eso quiero compartir con vosotros una reflexión en torno al tema de las pérdidas y también cuestionar algunos supuestos que están muy de moda como éste: "Si quieres salir adelante no mires atrás, mira siempre al futuro." "No seas negativo, no mires el pasado, vive el presente a tope".

Estas frases hechas con buena fe no facilitan el cambio de quien las adopta.

Como todos sabemos nuestra historia tanto individual como colectiva conforma las raíces de nuestra identidad, de quienes somos como personas y como colectivos. La historia es el pasado, y el pasado da sentido al presente porque nos proporciona puntos de referencia respecto a nuestra procedencia y respecto a los avatares de nuestros antepasados ​​que, sea como sea, es por ellos que estamos aquí.

¿ Cómo puede seguir adelante una persona sin historia? Las personas que padecen la enfermedad de Alzheimer están en un proceso de olvido no querido que va borrando su historia, y son sus familiares quienes con su cuidado y su presencia, reconstruyen la historia de su presente.
Si olvidamos nuestro pasado olvidamos nuestra historia, y si olvidamos nuestra historia olvidamos quienes somos.

Nuestro pasado ya forma parte de nosotros, y gracias a él, afortunado o no, somos quienes somos y estamos donde estamos. Si no lo podemos mirar con afecto o con comprensión y lo rechazamos, es como si rechazáramos parte de nosotros mismos. Es importante darle el lugar que le corresponde, ya que da sentido al presente junto con nuestros proyectos de futuro.

Es saludable recordar del pasado las cosas buenas y menos buenas y aprender extraer de él, herramientas que estimulen nuestros recursos y nos ayuden a vivir el presente con confianza proyectándolo hacia el futuro y asumiendo la incertidumbre que ello supone.


MIEDO Y SENSACIÓN DE SEGURIDAD


La sensación de seguridad puede provenir de factores externos o de factores internos.

Os propongo un pequeño ejercicio:

Haced una lista de todas las cosas que os hacen sentir seguros, después hacer dos sublistas separando las que provienen de factores externos y las que provienen de recursos internos vuestros, y por último comparadlas. La lista vinculada a los factores externos os dará una pista de vuestros miedos, y la de los factores internos os la dará de vuestras fortalezas. Si tenéis alguna duda o deseáis que os haga alguna aclaración dejadme un comentario y con mucho gusto os lo responderé.


LAS VENTAJAS DEL CAMBIO


Quien emprende sabiendo que puede equivocarse y rectificar, va perdiendo el miedo y se da cuenta de los recursos que tiene a los que no había prestado atención. Eso retroalimenta el cambio para seguir avanzando y despierta en las personas una confianza ante la vida que abre nuevas posibilidades y le da un sentido pleno.

El cambio se basa en poder imaginar y hacer posible cosas diferentes y mejorarlas ya que hemos podido visualizar lo que queremos y los recursos y estrategias para conseguirlo.

El cambio implica investigar, descubrir, transformar, renovar, modificar y aprender constantemente tanto en relación a lo que queremos cambiar como en relación a nosotros mismos.

Refuerza la autoestima ya que tenemos que reiniciarnos regularmente para seguir avanzando en lo que deseamos.

Es un aprendizaje continuo respecto a saber caernos y levantarnos, e incorporar este patrón a nuestro funcionamiento.

Hace madurar aspectos de nuestra personalidad y propicia nuestro crecimiento personal.

Amplía nuestra perspectiva y nuestra flexibilidad.