La sobreprotección

14 de Marzo de 2014 a las 09:00

- ¿Protegemos demasiado a nuestros hijos?

- ¿Nos anticipamos y les ofrecemos nuestra ayuda antes que nos la pidan?

- ¿Nos da miedo que les pase algo?

- ¿Les impedimos que hagan algunas cosas para que no sufran si les sale mal?

- ¿Nos angustia que hagan cosas nuevas que no son fáciles para ellos?

- ¿Nos cuesta ponerles límites?

Cuando somos bebés dependemos de la expresión de nuestro organismo para avisar a los padres de nuestras necesidades: lloros, gemidos, movimientos y fluidos corporales se ponen en marcha para ser interpretados por nuestros padres o cuidadores que harán lo que haga falta para darnos todo lo necesario. "Mira qué cara pone, seguro que tiene hambre". "No, mujer no, si acaba de mamar,... tiene sueño, este niño tiene sueño". Y así, paciente y progresivamente, los padres noveles se entrenan para cubrir las necesidades de un  niño que depende absolutamente del cuidado de sus progenitores.


En esta situación, la criaturita, aprende la manera de hacerse entender creando a través de su cuerpo, un vínculo con los padres para lograr lo que necesita, desarrollando así unos mecanismos de supervivencia que le son imprescindibles para sobrevivir y crecer.


Estos mecanismos que provienen de la obvia dependencia del bebé, crean también dependencia en los padres en la medida en que ellos necesitan que el bebé esté bien, conscientes de que en esta situación, todo depende de ellos.


Cuando el niño se hace mayor y más autónomo, los padres deberán aprender, que el hijo para ser independiente tendrá que encajar los reveses de la vida, y aceptar que ellos no podrán salvarlo de todo, pero si podrán ofrecerle herramientas para luchar ante las dificultades.

 

 

A veces, los padres, en función de su personalidad, crean un vínculo  de dependencia con sus hijos, que va más allá de la protección sana y natural que los pequeños necesitan. y que está más relacionado con su ansiedad que con las necesidades de sus hijos.

A algunos padres les cuesta diferenciar estos dos aspectos y confunden protección con sobreprotección, ofreciendo a los niños cosas que no les hacen falta, o anticipándose a las demandas de sus hijos que quedan descolocados porque aún no han tenido tiempo de saber qué es lo que quieren, y mucho menos de ponerlo en palabras, ahogando de este modo lo que tendría que ser más adelante el motor de su curiosidad y el deseo por descubrir las cosas nuevas que les ofrecerá la vida.

Esta actitud sobreprotectora de los padres produce confusión en los hijos, ya que al estar creciendo y no saber aún lo que quieren y a veces confunden sus deseos con los de sus padres.

La dependencia de los hijos crea a veces dependencia en los padres.

 

DIFERENTES FACTORES QUE PROPICIAN LA SOBREPROTECCIÓN

 

-El miedo de los padres a que les pase alguna cosa a sus hijos va ligado a frustraciones y conflictos que ellos no han podido afrontar en la vida,(carencias, desprotección descalificación, etc.,), y que hace que les impida vivir situaciones que los enseñaría a aprender a equivocarse y a darse cuenta de que lo pueden resolver por si mismos.


-La necesidad de algunos padres a que los niños los necesiten para dar sentido a su vida cuando no tienen otros proyectos que los satisfagan los lleva a mostrarse demasiado incondicionales. Los hijos se acostumbran a esa actitud y no hacen lo que les corresponde, actitud que alimenta su creencia de que tienen derecho a ello, otorgándoles un poder que no tienen y convirtiéndose en pequeños tiranos.

-Todo ello puede llevar a los hijos a repetir esta actitud a lo largo de su vida, tanto con las figuras de autoridad como con sus iguales, lo que desencadenará el rechazo de los demás dificultando el ámbito de sus relaciones.

-El temor a poner límites y a frustrar a los hijos para evitar un conflicto con ellos, propicia la falta de autonomía, y por tanto se retroalimenta la dependencia respecto a los padres. Esta dependencia hace sentir a los hijos atrapados, ya que no desarrollan los recursos que necesitan para ser independientes, y todo eso se acaba volviendo contra los padres, a quienes exigen que les den aquello que ellos no han sabido ganarse porque siempre se les ha dado hecho.

-Cuando hay problemas en la relación de pareja que no se afrontan y se permite establecer alianzas entre uno de los padres y los hijos, de forma que consciente o inconscientemente se los acaba utilizando como un arma contra el otro, haciéndoles cómplices indirectos de una problemática a la que son ajenos.

CONSECUENCIAS EN LOS HIJOS PROVOCADAS POR LA SOBREPROTECCIÓN

 

Cuando lo que hemos descrito pasa de manera constante y progresiva, a los hijos les cuesta mucho ser autónomos, confían poco en ellos mismos y desarrollan una falta de autoestima que dificulta la capacidad de encontrar recursos para avanzar y que suele interferir en la adquisición de aprendizajes por bloqueo emocional, o se pueden expresar con la eclosión de diversos síntomas psíquicos o físicos.

Estos síntomas los tenemos que interpretar interpretar siempre como un grito de auxilio, como una forma inconsciente que tiene el niño de avisar a los padres y a su entorno,( escuela, pediatra, etc.), de que algo está pasando.

 

SINTOMAS INFANTILES DERIVADOS DE LA SOBREPROTECCIÓN

 

- Baja autoestima
- Desmotivación
- Falta de límites
- Falta de concentración y atención
- Problemas de comportamiento
- Incontinencia de esfínteres

- Dificultades de aprendizaje
- Dificultad para expresar las emociones
- Dependencia del adulto
- Rabietas, exigencia y tiranía
- Problemas de relación

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Si los padres además de serlo, disfrutan también de otras cosas que son importantes para ellos en la vida, como la pareja, la familia, los amigos, pequeños o grandes proyectos, aficiones, etc., los hijos se darán cuenta que ellos no son lo único importante en la vida de sus progenitores, y que de la misma manera que comparten con sus hermanos su cariño y dedicación, deberán también hacerlo en el futuro con las relaciones que establezcan.

A veces por diferentes motivos esta dinámica no es posible.

Cuando  se tienen hijos por la necesidad de llenar un vacío, ya que los demás aspectos de la vida no nos satisfacen lo suficiente, y aunque no seamos conscientes de ello, este hijo ocupará un lugar de una importancia desmesurada en nuestra vida, ya que existirá en función de" tapar" nuestras necesidades.  Por tanto, no será una elección hecha desde la libertad. En cambio, cuando buscamos y encontramos cosas que nos llenan y nos sentimos razonablemente satisfechos, la decisión de tener un hijo provendrá de una elección más libre que comportará la voluntad de transmitirle y compartir con ellos parte de esta satisfacción y de nuestra vida.

A veces, por diferentes motivos, los padres no nos damos cuenta de que protegemos a los hijos, tejiendo a su alrededor un sutil velo, hecho de dedicación y de cariño, pero también de miedo, y este miedo que es nuestro, se lo transmitimos sin querer, impidiendo que  "se arriesguen" a probar cosas y busquen por si mismos lo que necesitan para desarrollar sus capacidades y afianzarse en ellas.

Nunca es tarde para revisar la actitud que tenemos con nuestros hijos y replantearnos lo qué tenemos que cambiar. Los padres también tenemos derecho a equivocarnos y a rectificar, a la larga ello ayudará a nuestros hijos y a nosotros también.

 

Los hijos se sienten ahogados por la sobreprotección de los padres.